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02 jun 2016

Cantabria obtiene el diploma de Buenas Prácticas en el Sistema Nacional de Salud con dos proyectos relacionados con la atención al embarazo, parto y nacimiento

De izquierda a derecha: Sonia López, Margarita Lavín, Mar Sánchez y Adelaida Andino.

Se trata del programa de contacto piel con piel del recién nacido por cesárea desarrollado por el Hospital de Laredo y el Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas implantado en todo el Servicio Cántabro de Salud 

Santander.- 01.06.2016

Dos proyectos de Cantabria, `El contacto piel con piel del recién nacido por cesárea programada y/o no urgente: binomio madre-hijo', desarrollado por el Hospital de Laredo, y el `Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas en el Servicio Cántabro de Salud', llevado a cabo por la Dirección General de Salud Pública, han obtenido el diploma de Buenas Prácticas en el Sistema Nacional de Salud otorgado por el Ministerio de Sanidad.

En el acto de entrega de los diplomas, que ha tenido lugar hoy por la mañana en la sede del Ministerio, han estado presentes Adelaida Andino, responsable de la Unidad de Calidad del Hospital de Laredo, y varios profesionales del centro; y por parte de la Dirección General de Salud Pública, Mar Sánchez Movellán, jefe de sección de los programas de salud de la mujer, y varios responsables del proyecto.

En esta convocatoria, correspondiente al año 2015, se han presentado un total de 185 candidaturas, de las que 78 han conseguido el diploma de Buenas Prácticas. Los dos proyectos de Cantabria se han enmarcado en la estrategia de atención al parto y salud reproductiva. Otras estrategias de esta convocatoria han estado relacionadas con las actuaciones sanitarias frente a la violencia de género, cardiopatía isquémica, cuidados paliativos, diabetes y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

El Hospital de Laredo desarrolla el programa de contacto piel con piel del recién nacido por cesárea programada y/o no urgente desde enero de 2014 con el objetivo de mejorar la calidad asistencial del binomio madre-hijo. Esta buena práctica clínica se lleva a cabo desde el quirófano y en el área de reanimación con las madres que optan tanto por la lactancia materna como artificial.

Los expertos han señalado que esta nueva práctica favorece el inicio de la lactancia materna desde el mismo momento del nacimiento del bebé y su mantenimiento posterior. Además, han indicado que aporta al recién nacido múltiples beneficios entre los que han citado una mejor regulación metabólica y de la temperatura, menos llanto y una conducta afectiva satisfactoria. También se han referido a los beneficios para la madre, como la prevención de la atonía uterina.

En el caso de que el contacto piel con piel no se pueda practicar con la madre se lleva a cabo con el padre, ya que el recién nacido también se tranquiliza, deja de llorar, facilita el comportamiento prealimenticio del bebé y se refuerza el papel paterno.

De hecho, el Hospital de Laredo viene desarrollando el programa de contacto piel con piel con los padres desde el año 2008, realizándose en 84 cesáreas de las 137 que se practicaron ese año. Desde 2008 esta buena práctica  se fue generalizando y se consolidó en el año 2013, aplicándose el programa de contacto piel con piel con el padre en un 90,74% de las cesáreas.

En el año 2014 se comenzó a desarrollar con las madres el contacto piel con piel tras una cesárea, llevándose a cabo en 51 de las 70 cesáreas practicadas en el turno de día. De las 19 cesáreas en las que no se practicó el contacto piel con piel con la madre, se llevó a cabo con el padre en 11 casos.

En el turno de noche, este programa se realizó con los padres en el 100% de las cesáreas. En este turno nocturno el contacto piel con piel se lleva a cabo con los padres para garantizar las condiciones necesarias de vigilancia que precisa en el área de reanimación.

Anomalías cromosómicas

Por su parte, el Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas en el Servicio Cántabro de Salud, impulsado y coordinado por la Dirección General de Salud Pública desde el año 2011, tiene como objetivo establecer de forma individualizada para cada mujer embarazada una prueba eficaz y segura de cribado del Síndrome de Down y de otras cromosomopatías.

Esta prueba se lleva a cabo mediante la combinación de marcadores bioquímicos y ecográficos realizados durante el primer trimestre de gestación. Los resultados de estos marcadores, junto con otros parámetros (edad, peso) se introducen en una aplicación informática que calcula el riesgo de que el feto esté afectado por una anomalía en el momento del parto. Si la probabilidad de riesgo es alta se ofrece a la gestante la posibilidad de practicar una prueba invasiva de confirmación (amniocentesis) para el estudio del cariotipo. Todas estas actividades se han integrado en el control habitual del embarazo por lo que no implican un incremento de visitas ni citas adicionales ni para la mujer ni para los servicios sanitarios.

El Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas en el Servicio Cántabro de Salud, que se lleva a cabo a través de los centros de salud y los Servicios de Ginecología hospitalarios de Valdecilla, Laredo y Sierrallana, ha implicado la formación de 840 profesionales.

De acuerdo con los datos del año 2014, el número de mujeres embarazadas a las que se ofreció y aceptó el cribado durante el primer trimestre de gestación fue de 4.176. Sin embargo, 319 gestantes no finalizaron el cribado, siendo las causas: aborto espontáneo antes de la ecografía, superar las 14 semanas de gestación en la ecografía, no acudir a realizar la ecografía después de la analítica e interrupción voluntaria del embarazo antes de la ecografía.

De las 3.857 que finalizaron el cribado en el año 2014, en un 3,55% de los casos se detectó alto riesgo por Síndrome de Down (Trisomía 21) y/o Síndrome de Edwards (Trisomía 18). Del porcentaje de gestantes con cribado de alto riesgo, un 26,27% rechazó la amniocentesis para un estudio de cariotipo fetal, mientras que el 92,85% de las gestantes con cribado de alto riesgo y anomalía cromosómica confirmada optó por la interrupción del embarazo.

La implantación de este Programa ha permitido mejorar la práctica clínica, incrementando la detección de anomalías cromosómicas y reduciendo paralelamente las amniocentesis. En el año 2014 este Programa ha permitido detectar un total de 30 anomalías cromosómicas, siendo el Síndrome de Down y el Síndrome de Edwards las más frecuentes.